El reto

El huracán María es el peor desastre natural que jamás se ha producido en Puerto Rico. Provocó daños catastróficos, con numerosas víctimas mortales y la destrucción de la infraestructura rural y las comunidades locales. Tras el desastre, la isla quedó incomunicada. El huracán arrancó las torres de transmisión eléctrica; levantó la tierra, que destrozó hogares y enterró carreteras;

y derrumbó puentes, con lo que numerosas comunidades locales quedaron totalmente aisladas. En las horas, días y meses posteriores al desastre, el Gobierno Puertorriqueño trabajó incesantemente en el desarrollo de una estrategia para reparar el país.

Uno de los puentes que el huracán destruyó fue el del Río Grande de Arecibo, una estructura de hormigón de diez años de antigüedad. Situado en una zona rural, el puente constituía un enlace fundamental con zonas urbanas de mayor tamaño y permitía a los habitantes de la zona acceder en cinco minutos a servicios vitales e instalaciones locales. Tras la destrucción del puente, los habitantes debían realizar un trayecto de una hora para acceder a estos servicios prinarios. Además, en una zona en la que la agricultura formaba las bases de la economía local, la destrucción del puente impedía a las comunidades comerciar entre sí, obstaculizando así la productividad agrícola y ralentizando la actividad económica.

Dada la importancia del puente como enlace entre comunidades, era crucial proporcionar un nuevo puente en un plazo de tres meses, desde la fase de diseño a su instalación, siempre dentro del plazo y del presupuesto determinado por la Eastern Federal Lands Highway Division (Oficina Vial de Tierras Federales del Este, o EFLHD), que estaba comprometida con reconectar la comunidad con la mayor rapidez posible.

La solución

Los ingenieros de Mabey trabajaron incesantemente durante la época de Navidades y Año Nuevo, logrando concebir un diseño que satisfacía todos los requisitos. La solución propuesta era única y consistía en la instalación de un puente Mabey Compact 200™ de 58 metros de longitud con rampas de emergencia para civiles. El puente, además, hacía uso de una serie de bloques de hormigón que permanecieron intactos tras el huracán y que harían las veces de sistema de estribos. Las rampas de emergencia para civiles conectaban el hueco entre los bloques y el puente, con lo que permitían a los vehículos y peatones cruzar el puente de manera rápida y segura.

El resultado

Mabey fue capaz de responder ante los desafíos que planteaban los exigentes requisitos del complejo proyecto y su ajustado plazo. En colaboración con Viatek y Construcciones José Carro, S.E., el puente se instaló en tan solo 19 días, reconectando la comunidad y devolviéndole cierto grado de normalidad tras la devastación provocada por el huracán María.

Antes y Después

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